

Así, etimológicamente, “filosofía”, vendría del griego “philein” (amar) y “sophia” (sabiduría). También cuenta la leyenda que el primero que utilizó el término “filósofo” fue Heráclito cuando dijo: “conviene que los hombres filósofos sean sacerdotes de muchas cosas”. Pero el primero que la utilizó para hablar de sí mismo fue nuestro Steve Jobs de la Filosofía, Pitágoras (569 a. C. – ca. 475 a. C) que afirmó que si bien los dioses eran sabios (sophos), él era un amante de la sabiduría (philosophos). Como comprenderéis, un hombre con este talento para escribir emblemáticos mensajes publicitarios creó a su alrededor una comunidad de followers incondicionales que convirtieron la figura de este filósofo en una leyenda.
Podemos decir que hay tres factores que llevan al ser humano a preguntarse por el mundo de una manera existencial:
a. El asombro: es la sorpresa que sentimos ante algo inesperado o algo que se nos muestra como novedoso de repente. Cuando nos asombramos, en realidad admitimos de manera implícita que hay algo que se nos escapa, algo que desconocemos. Por eso el asombro es la toma de conciencia de nuestra ignorancia. ¿Queréis ver cómo qué es la sorpresa y el asombro? Fijaos en este vídeo de Madredeus. Sí…un poco como cuando nos empieza a interesar alguien en particular y sentimos la necesidad de saberlo todo sobre esa persona, pero aplicado al mundo en todas sus facetas.
b. La duda: quiere decir que sometemos a crítica lo que sabemos y lo que creíamos saber.
c. La conmoción existencial: son vivencias que nos despiertan de un periodo de letargo, como la muerte de un ser querido, el dolor, el azar o la guerra, y hacen que nos preguntemos sobre el sentido de nuestra existencia.
Sin embargo, más allá de esta necesidad de reflexión casi natural en la mayoría de las personas, se dice que desde un punto de vista histórico, la Filosofía nace en el siglo VI-VII a.C en Jonia. Esta zona se sitúa hoy en día


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