Era un lunes por la mañana en el instituto Huerta del Rosario, y los alumnos de 1º de Bachillerato estaban especialmente alterados. La razón: la dirección había decidido prohibir los móviles durante el recreo.
En cuanto el profesor salió del aula, Cayetana se levantó de su asiento indignada:
—¡Esto es el principio del fin! Hoy nos quitan los móviles y mañana nos prohibirán hablar en los pasillos. Vamos a acabar como en una cárcel.
Unai, que siempre tenía una opinión fuerte, asintió con énfasis:
—Totalmente. Además, ¿quién va a escuchar a los de Dirección si ni siquiera saben usar TikTok? ¡Están desfasados!
Luisa, que había leído sobre argumentación en clase de Filosofía, intentó calmar los ánimos:
—Bueno, igual hay que entender por qué han tomado esa decisión…
Pero Alejandro la interrumpió con una sonrisa sarcástica:
—Luisa, por favor. Si esto fuera una buena idea, lo estarían haciendo en todos los institutos. Y no conozco a ninguno que lo haga.
Entonces Rubén, levantando la voz, lanzó su opinión:
—¡A ver! Si no estás contra esta norma, estás a favor de que nos controlen como si fuéramos robots.
Natalia, que había estado callada, finalmente habló con tono solemne:
—En la antigua Grecia, los filósofos no usaban móviles y les fue bastante bien. Deberíamos seguir su ejemplo.
Cayetana, volviendo al ataque, añadió:
—Y nadie ha demostrado que estar sin móviles en el recreo nos ayude a concentrarnos mejor. Así que seguro que no sirve de nada.
Todos se quedaron en silencio por un segundo, hasta que Luisa suspiró:
—Chicos… acabamos de crear una tormenta de falacias. El profesor va a flipar cuando lea esto.
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